martes, 30 de septiembre de 2014

Nueva entrega de GURB. Esta quincena, a Marte

Estimado Gurb:
No sé si existirá “el efecto mariposa”, esa descabellada teoría según la cual una pequeña y débil mariposa que agite un día, con su aleteo multicolor, el aire de Pekín, podría modificar el clima de Nueva York al mes siguiente. Sin embargo, no tengo la menor duda de que existen otros “efectos” en nuestra sociedad con idéntica capacidad perturbadora. De vivir, por ejemplo, en España, el difunto meteorólogo Edward Lorenz, padre adoptivo de aquella revolucionaria y caótica mariposa, hubiera sido feliz observando algunos escenarios donde su teoría se cumple con la precisión de un reloj suizo. Verbigracia, la redacción de GURB en la que el otro día, sin ir más lejos, el leve aire provocado por un pequeño voto de papel al caer dentro de la urna correspondiente en algún remoto colegio electoral de Escocia con un NO en su interior, causó una modificación tan extraordinaria en el clima emocional del director de ésta nuestra revista que lleva tu nombre, que finalmente eso ha provocado que yo ahora esté viviendo en Marte. Te cuento:
LEER TEXTO COMPLETO

domingo, 14 de septiembre de 2014

Nueva entrega de la revista quincenal GURB. Dedicada a la guerra.

Estimado Gurb:
Me he hecho pirata. Te cuento:
El otro día, mientras le hacía la pedicura al director de esta nuestra revista que lleva tu nombre, al arreglarle el dedo gordo de su delicado pie derecho una astillita de uña saltó, con tan mala fortuna, que fue a clavárseme en el ojo izquierdo. Como la uña en cuestión tenía restos de morcilla de Burgos (que ya sabes tú lo que le gusta comer con los pies morcilla de Burgos a nuestro querido director), la niña de mi ojo, que es alérgica a la sangre de cerdo, se intoxicó y murió. Y como el ojo entero se ha tenido que ir a su entierro, pues yo me he quedado tuertecito perdido. Así que no he tenido más remedio que meterme a pirata. Y no veas qué aventuras estoy viviendo, Gurb. Nada más echarme a la mar, lo primero que hice fue, lógicamente, decir aquello de: «La luna en el mar riela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul…». Y justo cuando decía “Estambul”, saltó sobre mí un yihadista de Hamás que la humedad había criado en la madera del palo mayor gritando: «¡Con el Imperio Otomano vivíamos mejor!». Yo, haciendo valer mis galones, con autoridad le dije: «¿Pero qué dices chiquilla?». Él se quitó el embudo que llevaba sobre la cabeza, se lo colocó a modo de megáfono y volvió a gritar: «¡Con el Imperio Otomano vivíamos mejor!».
Además me dijo que con el parche que llevaba yo le recordaba a Moshén Dayan y que no tenía más remedio que matarme. Para salir del paso, como me puse nervioso, no se me ocurrió otra cosa que decirle que yo no era el general Dayan sino el general Millán Astray, el insigne militar español creador de la Legión. Y para dar verosimilitud a mi afirmación me coloqué su embudo en la cabeza y lo más fuerte que pude grité: «¡Viva la muerte…!». Y, entonces, al conjuro de mi grito, como en el final de Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, de Stanley Kubrick, montado sobre un misil apareció en el cielo Benjamin Netanyahu agitando con alegría un sombrero de “cowboy” cien por cien estadounidense. «¡Viva la muerte!, ¡viva la muerte!», gritó a su vez Netanyahu mientras saltaba del misil un segundo antes de que impactara en la barriga del yihadista. Como al yihadista no le pasó nada porque se había atado a la cintura a doscientos cincuenta y tres civiles palestinos que amortiguaron la explosión, riendo a carcajada tendida, dijo: «Yo es que nunca salgo de casa sin protección. ♫Tralaríiii…, tralaráaaa…♫ ¡Y viva Mahoma manque pierda!». Después, mirando fijamente a los ojos de Netanyahu mientras éste terminaba de lamer con ansia la sangre palestina derramada por la cubierta del barco, el yihadista cantó lo siguiente: «♫Mi tierraaaa, me la robaroooon, estandoooo de romeríaaaa…♫». Ante tamaño desafío, Netanyahu dejó de lamer la sangre, púsose en pie, y cantóle al de Hamás: «♫No me gusta que a la yihaaaad te pongas la minifaldaaaa…♫».
TEXTO COMPLETO:
http://www.gurbrevista.com/2014/09/carta-gurb-5/

martes, 2 de septiembre de 2014

Artículo de la revista GURB. Esta quincena dedicado al cambio climático

Estimado Gurb:
Una tarde, Ricitos de Oro salió a coger flores y en el bosque encontró una cabaña muy linda. Ricitos de Oro entró y vio una mesa con tres tazones de miel: uno, grande; otro, mediano; y otro, pequeñito. Como tenía mucha hambre se tomó los tres. Entró luego en un cuarto que tenía tres camas: una, grande; otra, mediana; y otra, pequeñita, y como estaba cansada, después de probarlas todas se acostó en la más blandita. Estando dormida Ricitos de Oro llegaron los dueños de la cabaña, una familia de osos que venían de dar un paseo. Eran Papá oso, Mamá osa y su hijo el osito. Al ver los tazones gritaron: «¡Alguien se ha tomado nuestra miel!», y se pusieron muy tristes. Después entraron en el cuarto y al ver las camas también gritaron: «¡Alguien se ha acostado en nuestras camas!». Entonces Ricitos de Oro despertó, se quitó el vestido y se puso a cantar: «♫Arsa y dale yo tengo un minino de cola muy larga y pelo muy fino…, ay morrongo, ay morrongo, qué contento si aquí me lo pongo…♫». Los osos se pusieron muy contentos y decidieron hacer una orgía con ella. Mientras Papá oso y el osito le hacían una doble penetración, Mamá osa le untaba los pechos con la miel que pudo rebañar de los tazones…
¿Te das cuenta, Gurb, de hasta dónde hemos llegado? Ayer, después de arropar como hago todas las noches al director de esta nuestra revista que lleva tu nombre, para que se durmiera el angelito le leí un cuento y me encontré esto que te acabo de escribir. ¡¡¡El calentamiento global está alcanzando unos extremos inadmisibles!!!
TEXTO COMPLETO: