Por
José Luis Castro Lombilla
Un churro místico, (aproximadamente).
Para
celebrar el quinto centenario de santa Teresa de Jesús, decido visitar el
convento de las carmelitas descalzas de Ronda y venerar su mano incorrupta. Postrado
ante la milagrosa reliquia, cuando más embelesado estoy recordando la
transverberación de Santa Teresa, aquella experiencia en la que un hermoso
querubín la traspasó con una flechita de fuego, una luz me ciega y ante mí
aparece la santa. Yo, que no conozco el protocolo para estos casos, como no sé
qué hacer le recito algunos versos de sus poemas. Y nada más decir: «Vivo sin
vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero», ella va y se
pone a cantar:
—♫Se me enamora el alma, se me enamora, cada vez que te veo doblar la esquina perfumado de albahaca y manzanillaaaaa…♫
TEXTO COMPLETO: página 14
—♫Se me enamora el alma, se me enamora, cada vez que te veo doblar la esquina perfumado de albahaca y manzanillaaaaa…♫
TEXTO COMPLETO: página 14
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