lunes, 15 de agosto de 2022

VIDAS PARALELAS (CUENTOS TONTOS DE AGOSTO)

VIDAS PARALELAS
(CUENTOS TONTOS DE VERANO)
Y 3. DOS MUJERES Y UN DESTINO
«♫ Yo era luz del alba, espuma del río, candelita de oro puesta en un altar... ♫».
La desgarradora voz traspasa el fino tejido que cubre los auriculares y resuena por los pasillos de la casa como un hermoso toque de diana. Sin embargo, la cantaora no quiere despertar a nadie. Lo único que pasa es que a Isabel, que así se llama esta mujer, le gusta mucho escucharse y, cada mañana, cuando se levanta, lo primero que hace es encender el MP3 para oír algunos de sus grandes éxitos mientras desayuna.
«♫ Yo era muchas cosas que ya se han perdío en los arenales de mi voluntad. Y ahora soy lo mismo que un perro sin amo que ventea el sitio donde va a morí… ♫».
Isabel es, digámoslo ya, Isabel Pantoja, la célebre tonadillera española que tantos sinsabores ha tenido que sufrir por culpa de un querer que fue su perdición…
«♫ Si alguien me pregunta que cómo me llamo me encojo de hombros y contesto así: yo soy ésa, esa oscura clavellina que va de esquina en esquina volviendo atrás la cabeza. Lo mismo me llaman Carmen que Lolilla que Pilar, con lo que quieran llamarme me tengo que conformá... ♫».
Como un acto reflejo, la cantante enciende el televisor y por inercia zapea. Los canales pasan en una loca sucesión de imágenes que no le interesan. Ella sólo presta atención a su propia voz cantándole al oído. Mas de pronto, algo despierta su interés. En la televisión pública está ella misma pero más joven cantando en una taberna antigua. Rápidamente descubre que están reponiendo el segundo episodio de la serie Curro Jiménez, uno de los dos en los que participó hace ya más de cuarenta años haciendo de Araceli, una cantaora amiga de los bandoleros. En su primera aparición, precisamente, Isabel/Araceli ayuda a un pícaro ladrón a escapar de la justicia entreteniendo con sus coplas a los guardias que lo buscan. El bandido se disfraza de mujer con un vestido de Araceli que lo despide lanzándole un beso cómplice desde el tablao.
«♫ Soy la que no tiene nombre, la que a nadie le interesa, la perdición de los hombres, la que miente cuando besa. Ya lo saben, yo soy ésa... ♫».
Tiene Isabel curiosidad ante ese reflejo especular que le ofrece la pantalla del televisor. Sube el volumen del aparato y se quita los auriculares para escucharse y verse en la dimensión ficcional del plasma. Y ve a Araceli flirteando con el granuja y engañando a la justicia de igual forma que más tarde, en el tercer episodio, recuerda que también colaborará con los bandidos en sus truhanerías. Isabel se reconoce en la joven mujer y no puede evitar subrayar esta certidumbre con un grito:
—¡Yo soy ésa…!
Y entonces, llevándose a los labios una cucharada de té en el que ha migado un trocito de magdalena, siente la inconmovible punzada de la memoria haciendo desfilar amargas imágenes de ella hace unos años en Marbella. Y vuelve a revivir las lacerantes acusaciones de complicidad criminal con una trama de corrupción urbanística y todo el calvario judicial que finalmente la llevó a la cárcel. Las lágrimas se cuajan en sus ojos y bajan por las mejillas hasta llegar a su boca. Isabel bebe las lágrimas entre saladas y dulces y experimenta una inquietud, algo así como un violento pesar interno.
—¡Ay! —piensa en voz alta—, si al menos Julián Muñoz hubiera sido tan guapo como el Estudiante…
Lombilla
Puede ser una imagen de 4 personas y personas de pie
Isabel García, Ana Ruiz-calderon Martin y 4 personas más

No hay comentarios: