martes, 9 de agosto de 2022

VIDAS PARALELAS (CUENTOS TONTOS DE AGOSTO)

VIDAS PARALELAS
(CUENTOS TONTOS DE VERANO)
2. ODIO CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
La persona que vemos se llama Juanjo Artero y es actor. Debido a su exitosa carrera, a pesar de la edad pocos españoles dejamos de reconocer en él cuando lo vemos a Javi, uno de los protagonistas de la serie Verano azul. Juanjo está en su casa viendo la televisión. Y no hace falta ser psicólogo para advertir que está nervioso. Un temblor de manos, ciertos movimientos involuntarios de los ojos y una extraña sonrisa, tras la cual puede adivinarse un mordisqueo compulsivo en la cara interna de las mejillas, delatan el estado de excitación en que se encuentra. Cada año, cuando reponen la serie Curro Jiménez y llega el episodio titulado El servidor de la justicia, le ocurre lo mismo. No puede evitarlo. De pronto, Juanjo Artero se transforma. ¿Y por qué pasa esto? Pues, para saberlo, quizá no sea del todo inconveniente que resumamos ese episodio de la serie de bandoleros. Tampoco estará de más que hablemos algo del actor que interpretaba al servidor de la justicia. Pero no adelantemos acontecimientos. Vayamos por partes.
En El servidor de la justicia, Curro, que andaba solo por el monte, es apresado por un sabueso de la ley. Finalmente, tras varios intentos de fuga, el ex barquero de Cantillana consigue pillar desprevenido a su captor y lo reduce estrangunlándolo con la cadena de sus grilletes. En cuanto al actor sabueso, cuyo nombre, tal vez en un fatuo intento por crear suspenses idiotas muy al gusto de nuestros días, aún no hemos dicho, es Manuel Gallardo, intérprete que unos años más tarde será el padre de Javi en Verano azul. Estos dos papeles, el de un perseguidor de bandoleros decimonónico y el de un comercial con hijo rebelde en los años ochenta del siglo veinte, aun siendo tan diferentes, guardan entre sí cierto paralelismo. A pesar de que ambos actúan siempre pensando en hacer lo correcto, resultan de lo más antipático para el telespectador. El servidor de la justicia detiene a Curro Jiménez convencido realmente de que es un criminal al que hay que encerrar por el bien de la sociedad. El padre de Javi, por su parte, es severo con el hijo sólo porque quiere hacer de él un hombre de provecho. Pocos habrá que hayan olvidado aquel episodio titulado La bofetada en el que pega a su hijo por haberse desnudado delante de unas pijas muy tontas que lo habían tirado vestido a una piscina. La escena ocurre en el chalé de un rico empresario con el que el padre de Javi pretende hacer negocios. Y, claro, que su hijo le enseñe el culo a las hijas del posible cliente no ayuda. El padre de Javi, interpretado por Manuel Gallardo, no lo olvidemos, pierde los estribos y en ese momento le da la clamorosa bofetada que intitula el episodio... Pero ya va siendo hora de que volvamos no con Javi sino con Juanjo Artero, el actor que le dio vida hace cuarenta años y al que habíamos dejado muy inquieto delante del televisor en su casa esperando el comienzo de su episodio favorito de Curro Jiménez. Porque es allí, frente a ese televisor, donde se centra la tensión dramática de esta crónica verdadera.
El servidor de la justicia ha empezado y ahora, en la pantalla, dos hombres luchan a muerte. Uno, ya lo sabemos, lucha por su libertad; el otro lo hace por prurito profesional. Juanjo Artero también conoce las razones que mueven a estos dos personajes y hasta el final del episodio. Son tantas las veces que lo ha visto, que se lo sabe de memoria. Por eso no se comprende su insólita reacción. Sabiendo como sabe después de ver tantas reposiciones que tras la lucha Curro perdonará la vida al servidor de la justicia, resulta incomprensible que Juanjo lo vea siempre, año tras año, esperanzado en que algo cambie, en que acaso un imposible milagro catódico consiga desviar por una vez el fatum de los personajes. Quizá todo se deba a una anomalía crónica del lóbulo cerebral correspondiente que ha mermado su capacidad de raciocinio. También pudiera ser que las fibras que conectan y transmiten los impulsos nerviosos entre sus hemisferios hubieran sufrido hace cuarenta años unas eventuales interferencias a consecuencia de aquella bofetada… O, tal vez, quién sabe, la culpa de todo simplemente la tenga Stanislavski. Porque es el caso que, cada vez que Curro pelea con el servidor de la justicia, algo se activa en la cabeza de Juanjo. En segundos la realidad presente se desvanece. Todo a su alrededor no es más que una débil pincelada impresionista dentro del torbellino de imágenes que le llegan a su cerebro abotargado. Y es entonces cuando vuelve a revivir, con extraordinaria nitidez, aquella escena del pasado en la que Manuel Gallardo lo abofetea. Así, mientras Curro Jiménez dentro del televisor tira fuertemente de la cadena que rodea el cuello de su enemigo, Juanjo Artero, desde su sillón, sintiendo de nuevo en el carrillo izquierdo el mismo dolor que sintió a los quince años, con el semblante desencajado grita:
—¡Mátalo, Curro, mátalo!
Lombilla
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Auxiliadora Castro Lombilla, Sandra Díaz Pérez y 3 personas más
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