miércoles, 16 de octubre de 2013

viernes, 4 de octubre de 2013

lunes, 17 de junio de 2013

Fundación Jiménez Becerril

He ganado el VII Certamen de Narrativa "Creadores por la Paz", organizado por la Fundación contra el Terrorismo y la Violencia Alberto Jiménez Becerril, con mi novela "Charlie".
http://www.fundacionalbertojimenez-becerril.org/

El Mundo
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/16/andalucia_sevilla/1371409547.html

miércoles, 20 de marzo de 2013

Hacienda quitará las ayudas a trasplantes a las CCAA que incumplan con el déficit


LAS MANOS DE MONTORO
Por José Luis Castro Lombilla
Poco podía imaginar Maurice Renard en 1920, cuando escribió Las manos de Orlac, que su obra iba a servir, pasados los años, de oportuna inspiración para Cristóbal Montoro. Sin poner en duda que haya leído la novela de Renard (o incluso cualquier otra, cosas más raras se han visto), yo sin embargo me inclino a pensar que el conocimiento de tan inquietante historia le viene dado a nuestro ministro de Hacienda más bien por el tenebroso imaginario cinematográfico legado por el expresionismo alemán. Alguno de esos empecedores que obviando cínicamente sus innegables aciertos sólo critican al gobierno del PP por sectarismo ideológico, podrían decir que el ministro Montoro parece él mismo salido de una de esas películas; mas sólo sería una impertinente muestra de esa ceguera que impide reconocer la extraordinaria liberalidad que timonea los actos de este servidor público. Ajeno a estos posibles chistecitos de salón, el Ministerio de Hacienda va a incluir dentro de su plan de austeridad presupuestaria a las ayudas para trasplantes, y a mí no me cabe la menor duda de que lo hace alertado por los efectos perniciosos que esta práctica quirúrgica puede tener en los pacientes. En Las manos de Orlac, un pianista al que le han trasplantado las manos de un asesino después de que él pierda las suyas en un accidente se convierte también en asesino. Me imagino a Montoro recordando las turbadoras imágenes de la adaptación cinematográfica que hizo Robert Wiene en 1924, con la magnífica interpretación de Conrad Veidt como aterrorizado pianista, y comprendo perfectamente que haya decidido salvaguardar la integridad física y moral de todos los ciudadanos. Hasta ahora creíamos, incluso con cierto orgullo, que España era un país líder en materia de donaciones, un país solidario; pero la drástica decisión del ministerio viene a ponernos los puntos sobre las íes alertándonos del riesgo que corremos si se sigue ayudando a la Organización Nacional de Trasplantes. No somos solidarios sino imprudentes. Hígados, riñones, corazones, pulmones, pancreas, intestinos..., ¿cuántos órganos se han estado trasplantando temerariamente en estos años de despilfarro y demagogia? ¿Cuántos asesinos por haber recibido un corazón inadecuado habremos creado con nuestra inconsciente política sanitaria...? Si un funesto accidente me cercenara ahora mismo las manos, yo no me lamentaría por que este nuevo recorte gubernamental me dificultara la posibilidad de tener un donante como tuvo Orlac, no; me lamentaría sólo porque esa incómoda situación me impediría aplaudir convenientemente, como ahora mismo aplaudo, a un ministro capaz de enfrentarse incluso a la razón por alcanzar el sagrado objetivo de obedecer  con ímpetu ovino a la Merkel. Sigo pues aplaudiendo mientras animo a don Cristóbal y a todo el gobierno para que continúen con su noble afán: ese afán de convertir a España en un siniestro decorado de película expresionista. Alemana, por supuesto.
JOSÉ LUIS CASTRO LOMBILLA