sábado, 4 de agosto de 2012

Mingote

Estudio, en clave teatral, sobre el tratamiento de la mujer en la obra de Antonio Mingote que he publicado en Tebeosfera como colofón al especial dedicado a la mujer en el cómic y el humor gráfico que se ha ido publicando en la revista durante más de seis meses.


MUJERES EN LA OBRA DE ANTONIO MINGOTE
COMO TODAS LAS MAÑANAS
(Disparate póstumo en un prólogo algo elogioso, un acto bastante erótico y un epílogo ciertamente entrañable)
 PRÓLOGO
El 1 de octubre de 1982, el célebre concurso televisivo Un, dos, tres… estuvo dedicado a Antonio Mingote. Con decorados hechos a partir de sus dibujos y mostrados por unas azafatas que parecían haber sido dibujadas también por él, el plató del programa se convirtió por una noche en un delicioso universo Mingote. Ahora que el humorista ha muerto, resulta tiernamente tentadora la idea de imaginárselo en un paraíso confeccionado igualmente a partir de dibujos suyos por la celestial plumilla de alguna divinidad, epígono sin duda del maestro. Un cielo lleno de globos que brotaran del suelo con tan desconcertante facilidad como lo hacen en sus viñetas, y personajes entre festivos y melancólicos que entretendrían la eternidad haciendo molinillos de papel, pintándose besos en la cara o pidiendo formalidad disfrazados, lógicamente, de payasos.
En ese onírico edén, locus amoenus de tinta con toques de grafito y aguada, estaría prohibido pisar la hierba sólo para que sus moradores, en cumplimiento de tan oportuna restricción, pudieran lanzarse a volar flemáticos y vaporosos para culminar por el aire sus paseos mañaneros. Sería un edén a medida lleno de suicidas decadentes, capaces de colgarse incluso de un platillo volador, y escaleras imposibles en las que hasta el mismísimo Escher se perdería con gusto por ir seguramente tomando notas para mejorar sus propios grabados.

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