viernes, 4 de septiembre de 2015

Nuevo GURB, dedicado a Donald Trumb.

Estimado Gurb:
Para anular la vil campaña que por sectarismo ideológico ha lanzado contra Donald Trump el lobby latino, te voy a contar su vida, así verás que este hombre, lejos de ser ese ogro xenófobo y estúpido que pretenden hacernos creer, es un santo varón como la copa de un pino. Te cuento: Desde muy pequeño Donald tuvo muy clara su vocación: quería ser primera bailarina del Bolshoi. Y como él siempre ha sido un hombre muy trabajador, comenzó a entrenarse dentro del útero materno.
—Escucha, escucha —le decía su madre Mary Anne (de soltera Ruperta Bofarull), a su padre—, qué bien ensaya nuestro fetito el “demi-plié”.
Emocionado por los progresos de su pequeño cachorro embrionario, su padre no dudó en facilitarle las cosas y durante la gestación le hizo llegar hasta la matriz una barra de entrenamiento, una profesora del norte de San Petersburgo, una orquesta sinfónica y cuarenta bailarines profesionales para que lo acompañaran en sus clases. Y aprovechó tanto las lecciones Donalcito, que cuando nació ya llevaba un precioso tutú de organdí que le quedaba, las cosas como son, divinamente.
Pero hete ahí, Gurb, que cuando el muchacho ya se disponía con toda la ilusión del mundo a convertirse en primera bailarina del Bolshoi, una fatal noticia vino a truncar todos sus anhelos y esperanzas.
—¡Ya no quedan plazas vacantes de primera bailarina del Bolshoi! —dijo su padre entre lágrimas mientras besaba con paternal fruición el sonrosadito periné de su hijo—. ¡Sólo quedan plazas como sochantre en la catedral de Michigan…!
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